Cómo cuidar el sentido del gusto
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La mayoría de la gente no es consciente de hasta qué punto puede disminuir el olfato en la tercera edad. Más de la mitad de las personas de entre 65 y 80 años tienen algún grado de pérdida de olfato, o disfunción olfativa, como se conoce en la literatura científica. Esta cifra se eleva hasta el 80% en el caso de los mayores. Las personas afectadas suelen manifestar su preocupación por la seguridad, que disfrutan menos comiendo y que su calidad de vida se ve afectada.
Se cree que hay una serie de factores que contribuyen a la pérdida de olfato relacionada con la edad, como la reducción del número de neuronas sensoriales olfativas en la nariz, que son esenciales para detectar los olores; los cambios en las células madre que reponen estas neuronas cada pocos meses; la atrofia del centro de procesamiento del olfato en el cerebro, llamado bulbo olfativo; y el encogimiento de los centros cerebrales estrechamente relacionados con el bulbo olfativo, como el hipocampo, una región central para el aprendizaje y la memoria.
También influyen las sustancias tóxicas del entorno, como la contaminación atmosférica, según la investigación. “Las neuronas olfativas de la nariz son, básicamente, pequeños trozos de tu cerebro que están en el mundo exterior”, y la exposición a ellas con el tiempo daña esas neuronas y los tejidos que las sustentan, explicó Pamela Dalton, investigadora principal del Monell Chemical Senses Center, un instituto de investigación sobre el olfato y el gusto de Filadelfia.
Cinco sentidos cómo cuidar los órganos de los sentidos
Nuestras narices nos mantienen a salvo y la incapacidad de oler bien puede ser una desventaja. Sin una nariz que funcione, no se puede saber si la comida está estropeada por su sabor, detectar el olor corporal, rememorar recuerdos relacionados con los olores o incluso saber si su casa está llena de humo u otras toxinas.
No está solo si se siente menos sensible a los olores. Se calcula que una de cada cuatro personas mayores de 40 años tiene problemas relacionados con los olores. Entre ellos se encuentran la hiposmia (pérdida parcial del olfato) y la anosmia (pérdida total del olfato).
Mientras que las células nerviosas son notoriamente difíciles de regenerar tras una lesión, las neuronas olfativas de la nariz están diseñadas para renovarse periódicamente. Esto significa que el sistema puede repararse a sí mismo tras un daño o una degradación general.
Una forma de mejorar la capacidad olfativa es eliminar los olores fuertes de nuestra vida, al menos temporalmente. Nuestra nariz se sensibiliza a los olores cotidianos con el paso del tiempo hasta el punto de dejar de percibirlos.
Prohibir el café, el alcohol fuerte, la salsa picante, la cebolla y el ajo, e incluso los productos de belleza perfumados de su vida durante unos días hará que estos mismos olores sean aún más fragantes una vez que los reintroduzca.
Cómo proteger nuestros órganos sensoriales
La anosmia es la pérdida del sentido del olfato. Existen numerosos medicamentos, enfermedades, alteraciones hormonales y sustancias químicas que pueden alterar el sentido del olfato, a veces de forma permanente. Las personas son menos sensibles a los olores cuanto más mayores son, y las mujeres suelen tener un sentido del olfato más agudo que los hombres. Hay indicios de que la sensibilidad olfativa puede ser heredada, hasta cierto punto.
Se suele pensar que el sabor de los alimentos lo experimentan las “papilas gustativas” de la lengua; de hecho, la boca sólo distingue información rudimentaria sobre el dulzor, el salado, el ácido y el amargo. Las moléculas olorosas de los alimentos llegan al epitelio olfativo y complementan la información de la lengua con datos mucho más sofisticados. Por eso los alimentos tienen un sabor insípido cuando se tiene un resfriado; el epitelio olfativo está obstruido por la mucosidad y no puede funcionar correctamente. Adaptación olfativa
Si se huele un olor durante mucho tiempo, al final se deja de percibirlo. Esto se debe a que se cree que la exposición prolongada a un olor fuerte satura el epitelio olfativo con moléculas de olor hasta el punto de que la información deja de llegar al cerebro. Esto se llama “adaptación”. La pérdida de sensibilidad olfativa es sólo temporal y es particular para ese olor “excesivo”. La recuperación de la adaptación depende de cada persona, pero puede durar desde unos segundos hasta un par de minutos. Factores cotidianos que disminuyen el sentido del olfato
Cómo cuidar el sentido de la vista
A medida que envejecemos, cada uno de nuestros cinco sentidos -la vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto- cambia. Pero hay formas de protegerlos. En un nivel alto, esto implica practicar un estilo de vida saludable, que incluya una dieta equilibrada, hacer ejercicio y no fumar, y protegerse de los irritantes ambientales, usando gafas de sol cuando hay mucha luz solar y limitando la exposición a ruidos fuertes. Una tercera estrategia consiste en controlar la capacidad de ver, oír, oler, saborear y tocar, y acudir al médico cuando se produzcan cambios notables o repentinos en dicha capacidad.
Harvard Health Publications ofrece información sobre cómo cambian los sentidos a medida que se envejece, señalando que existe una importante variabilidad entre las personas. La agudeza de la vista, por ejemplo, tiende a disminuir con la edad. Algunas causas son las cataratas y la degeneración macular. También puede producirse una pérdida de audición, hasta el punto de tener que pedir a la gente que repita con frecuencia. El gusto y el olfato, por su parte, se vuelven menos nítidos, en parte por la reducción del flujo de saliva. A los 80 años, es probable que el sentido del olfato sea casi un 50% menos eficaz que cuando era más joven.