Descripción de las emociones
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La teoría de las emociones discretas afirma que estas emociones básicas específicas son respuestas emocionales determinadas biológicamente cuya expresión y reconocimiento es fundamentalmente el mismo para todos los individuos, independientemente de las diferencias étnicas o culturales.
Los fundamentos biológicos y fisiológicos de las emociones fueron discutidos[4] por Aristóteles en De Anima, por Charles Darwin en The Expression of the Emotions in Man and Animals (1872), por William James (1884),[5] y por John Dewey (1895)[6].
La idea de Tomkins (1962, 1963) estaba influida por el concepto de Darwin. Propuso que existe un número limitado de emociones básicas panculturales o “programas de afecto”. Su conclusión fue que existen ocho programas afectivos panculturales: sorpresa, interés, alegría, rabia, miedo, asco, vergüenza y angustia.
Tras realizar una serie de estudios transculturales, Paul Ekman y Carroll Izard informaron de que existen varias similitudes en la forma en que las personas de todo el mundo producen y reconocen las expresiones faciales de al menos seis emociones[8].
La rueda de las emociones
Recientemente, un equipo dirigido por Rachael Jack, de la Universidad de Glasgow, indicó que sólo cuatro emociones son básicas: la felicidad, la tristeza, el miedo y la ira. Sus observaciones se refieren a las expresiones faciales que se reconocen en todas las culturas: ira, felicidad, miedo y tristeza:
Otro modelo de emoción desarrollado por Robert Plutchik adoptó un enfoque opuesto, contabilizando no menos de treinta y dos estados emocionales distintos. Este modelo incluía emociones como la admiración, la vigilancia y el éxtasis.
Además de ayudar a los alumnos a reconocer estas emociones, los profesores deben ayudarles a darse cuenta de que todas estas emociones básicas están bien. Ninguna es buena o mala. Simplemente son. Ayudar a los alumnos a reconocer y aceptar las emociones que experimentan es un primer paso para gestionarlas.
Lista de emociones básicas
Diferentes tipos de emociones parecen regir nuestra vida cotidiana. Tomamos decisiones en función de si estamos contentos, enfadados, tristes, aburridos o frustrados. Elegimos actividades y aficiones en función de las emociones que nos provocan. Entender las emociones puede ayudarnos a navegar por la vida con mayor facilidad y estabilidad.
Según el libro “Discovering Psychology” de Don Hockenbury y Sandra E. Hockenbury, una emoción es un estado psicológico complejo que implica tres componentes distintos: una experiencia subjetiva, una respuesta fisiológica y una respuesta conductual o expresiva.
Plutchik propuso ocho dimensiones emocionales primarias: felicidad frente a tristeza, ira frente a miedo, confianza frente a asco y sorpresa frente a anticipación. Estas emociones pueden combinarse para crear otras (como felicidad + anticipación = excitación).
Aunque los expertos creen que hay una serie de emociones básicas universales que experimentan las personas de todo el mundo, independientemente de su origen o cultura, los investigadores también creen que experimentar una emoción puede ser muy subjetivo. Pensemos en la ira, por ejemplo. ¿Todos los enfados son iguales? Su propia experiencia puede variar desde una leve molestia hasta una furia cegadora.
Emociones y sentimientos
¿Qué está sintiendo, ahora mismo, al empezar a leer esto? ¿Sientes curiosidad? ¿Esperas aprender algo sobre ti mismo? ¿Estás aburrido porque es algo que tienes que hacer para la escuela y no te interesa mucho, o estás contento porque es un proyecto escolar que te gusta? Tal vez estés distraído por otra cosa, como sentirte emocionado por tus planes de fin de semana o triste porque acabas de pasar por una ruptura.
Sentimos nuestras emociones desde que somos bebés. Los bebés y los niños pequeños reaccionan a sus emociones con expresiones faciales o con acciones como reír, abrazar o llorar. Sienten y muestran sus emociones, pero aún no tienen la capacidad de nombrar la emoción o decir por qué se sienten así.
A medida que crecemos, nos volvemos más hábiles para entender las emociones. En lugar de reaccionar como los niños pequeños, podemos identificar lo que sentimos y expresarlo con palabras. Con el tiempo y la práctica, mejoramos en saber lo que sentimos y por qué. Esta habilidad se llama conciencia emocional.
La conciencia emocional nos ayuda a saber lo que necesitamos y queremos (o no queremos). Nos ayuda a establecer mejores relaciones. Y es que ser conscientes de nuestras emociones puede ayudarnos a hablar de los sentimientos con más claridad, a evitar o resolver mejor los conflictos y a superar los sentimientos difíciles con más facilidad.