Señales químicas humanas
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Nos protege de los productos que pueden causarnos daño (alimentos que se han estropeado), puede darnos una brújula moral (cuando vemos que alguien es tratado injustamente) y nos aleja de las cosas que nos recuerdan nuestra naturaleza animal (cadáveres).
Aunque puede haber algunas diferencias sutiles en lo que desencadena una reacción de asco para una misma persona en diferentes contextos o en personas que difieren en cuanto a género y nacionalidad, todo el mundo en todo el mundo muestra la misma respuesta facial característica ante algo que le parece repugnante.
El asco es una de las distintas emociones (centrales) que incluyen la alegría, la rabia, la sorpresa, el miedo y la vergüenza. Y, al igual que otras emociones, el asco puede centrarse en el interior, en los aspectos físicos y psicológicos de uno mismo. Pero el autodesprecio es un área relativamente nueva de la investigación psicológica y se considera cada vez más relevante para ayudarnos a entender mejor toda una serie de comportamientos de salud, respuestas sociales y nuestras propias reacciones emocionales ante los acontecimientos y otras personas.
Sentir asco hacia alguien
Las investigaciones existentes sugieren que las expresiones emocionales son multitarea y cumplen más de una función. Las señales de miedo, por ejemplo, no sólo ayudan a advertir a los demás sobre el peligro ambiental, sino que también están asociadas a comportamientos que confieren una ventaja de supervivencia a través de la adquisición sensorial. Las investigaciones han demostrado que adoptar una expresión de miedo (es decir, abrir los ojos) nos lleva a inspirar más por la nariz, mejora nuestra percepción y acelera nuestros movimientos oculares para poder detectar más rápidamente objetivos potencialmente peligrosos. Las señales de asco, en cambio, advierten a los demás para que eviten las sustancias químicas potencialmente nocivas y se asocian con el rechazo sensorial, lo que hace que bajemos las cejas y arruguemos la nariz.
Semin y sus colegas querían basarse en esta investigación para examinar el papel de las señales químicas en la comunicación social. Su hipótesis era que las sustancias químicas de las secreciones corporales, como el sudor, activarían procesos similares tanto en el emisor como en el receptor, estableciendo una especie de sincronía emocional. En concreto, las personas que inhalan señales químicas asociadas al miedo expresan miedo y muestran signos de adquisición sensorial, mientras que las personas que inhalan señales químicas asociadas al asco expresan asco y muestran signos de rechazo sensorial.
Sensación de asco
IntroducciónLas expresiones faciales son elementos críticos en la comunicación no verbal, que permiten a los observadores inferir el estado interno de los demás y -en caso de estados negativos- alarmarse del peligro inminente o estar preparados para un comportamiento empático [1-3]. La cuestión es cuán específica puede ser esta señal de alarma. ¿Se informa al observador sobre una amenaza inminente en general sugiriendo que alguien está experimentando un estado afectivo negativo o pueden las expresiones faciales señalar el tipo específico de amenaza? Está claro que las expresiones faciales sólo pueden percibirse de forma específica si son lo suficientemente distintas.
El dolor y el asco son modelos adecuados para abordar esta cuestión debido a su mínima diferencia expresiva [4,5], que permite realizar pruebas muy críticas. Ambos estados son provocados por estímulos nocivos o potencialmente nocivos (que pueden ser amenazantes para nuestra integridad física) y se caracterizan por fuertes sentimientos de desagrado y ambos estados dan lugar a un comportamiento defensivo [6-8]. Sin embargo, a pesar de estas similitudes, la amenaza respectiva para el cuerpo y las experiencias subjetivas resultantes son fundamentalmente diferentes. ¿Son las expresiones faciales durante la experiencia del dolor y el asco lo suficientemente específicas como para captar la distinción de estos dos estados afectivos negativos? Si se observan los resultados anteriores, hay, por un lado, pruebas que sugieren que las expresiones faciales de dolor y asco son muy distintas, mientras que, por otro lado, algunos resultados favorecen la suposición de un solapamiento expresivo entre las dos expresiones faciales.
Sentir asco
Investigadores del Instituto Max Planck de Neurobiología son los primeros en describir las diferentes expresiones faciales emocionales de los ratones. Al igual que los humanos, la cara de un ratón tiene un aspecto completamente diferente cuando prueba algo dulce o amargo, o cuando se pone ansioso. Con esta nueva posibilidad de hacer medibles las emociones de los ratones, los neurobiólogos pueden ahora investigar los mecanismos básicos de cómo se generan y procesan las emociones en el cerebro.
Placer, asco, miedo: las expresiones faciales que reflejan estas emociones son las mismas en todos los humanos. Por ejemplo, si nos da asco algo, nuestros ojos se estrechan, la nariz se arruga y el labio superior se distorsiona asimétricamente. Incluso los recién nacidos reaccionan con expresiones faciales distintas cuando están tristes, contentos o asqueados. También creemos reconocer los sentimientos en las expresiones faciales de nuestras mascotas. En cambio, las caras de otros animales pueden parecernos inexpresivas. Esto es un error, como demuestran ahora los científicos del Max Planck.
Utilizando la visión artificial, los investigadores fueron capaces de relacionar de forma fiable cinco estados emocionales con las expresiones faciales de los ratones: el placer, el asco, las náuseas, el dolor y el miedo fueron claramente distinguibles para los algoritmos informáticos. Incluso pudieron medir la fuerza relativa de estas emociones.