Lo que el miedo hace a tu cerebro
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La montaña rusa vacila durante una fracción de segundo en la cima de su empinada pista tras una larga y lenta subida. Sabes lo que está a punto de ocurrir, y ya no hay forma de evitarlo. Es el momento de agarrarse a la barandilla, con las palmas de las manos sudadas y el corazón acelerado, y prepararse para el salvaje descenso.
El miedo es una de las emociones humanas más básicas. Está programado en el sistema nervioso y funciona como un instinto. Desde que somos bebés, estamos equipados con los instintos de supervivencia necesarios para responder con miedo cuando percibimos un peligro o nos sentimos inseguros.
El miedo nos ayuda a protegernos. Nos hace estar alerta ante el peligro y nos prepara para afrontarlo. Sentir miedo es muy natural -y útil- en algunas situaciones. El miedo puede ser como una advertencia, una señal que nos advierte de que debemos tener cuidado.
Cuando percibimos el peligro, el cerebro reacciona al instante, enviando señales que activan el sistema nervioso. Esto provoca respuestas físicas, como una aceleración de los latidos del corazón, una respiración rápida y un aumento de la presión arterial. La sangre bombea a los grupos musculares para preparar el cuerpo para la acción física (como correr o luchar). La piel suda para mantener el cuerpo fresco. Algunas personas pueden notar sensaciones en el estómago, la cabeza, el pecho, las piernas o las manos. Estas sensaciones físicas de miedo pueden ser leves o fuertes.
Qué es el buen miedo
Evitar los miedos sólo los hace más temibles. Sea cual sea tu miedo, si te enfrentas a él, debería empezar a desaparecer. Si un día tienes pánico a entrar en un ascensor, por ejemplo, lo mejor es que vuelvas a entrar en él al día siguiente.
Trata de imaginar lo peor que puede pasar: tal vez que te entre el pánico y te dé un ataque al corazón. Luego, intenta pensar que te va a dar un ataque al corazón. No es posible. El miedo huirá cuanto más lo persigas.
A veces ayuda desafiar los pensamientos de miedo. Por ejemplo, si tienes miedo de quedarte atrapado en un ascensor y asfixiarte, pregúntate si alguna vez has oído que esto le haya ocurrido a alguien. Pregúntate qué le dirías a un amigo que tuviera un miedo similar.
Tómate un momento para cerrar los ojos e imaginar un lugar seguro y tranquilo. Puede ser una imagen de ti paseando por una bonita playa, o acurrucado en la cama con el gato a tu lado, o un recuerdo feliz de la infancia. Deja que los sentimientos positivos te tranquilicen hasta que te sientas más relajado.
También puede probar un enfoque de terapia cognitivo-conductual por teléfono, con un servicio como NHS Living Life. Si quiere saber más sobre este servicio con cita previa, puede visitar la página web de Living Life o llamar al 0800 328 9655 (de lunes a viernes, de 13 a 21 horas).
Buenos miedos para tener
Muchas personas se enfrentan a diferentes miedos cada día, incluido yo mismo. Mi mayor temor es el miedo al fracaso y, por ello, me exijo mucho y me pongo objetivos elevados para que el esfuerzo realizado y el progreso valgan la pena.
A continuación se exponen 15 razones por las que tener miedo puede ser algo bueno. Este artículo está escrito desde la perspectiva de tener un objetivo que cumplir y tener miedo o enfrentarse a dudas o incertidumbre sobre cómo proceder.
La mayoría de las personas ya saben y son conscientes de los tipos de miedo a los que se enfrentan. Los miedos más comunes son: el miedo al fracaso, el miedo al rechazo, el miedo al cambio, el miedo a hablar en público, el miedo a perder, el miedo a lo desconocido, e irónicamente también el miedo al éxito.
“Haz un esfuerzo por cavar en tu interior para identificar la raíz de tu miedo. Realiza una endodoncia del miedo. Ponte una máscara quirúrgica imaginaria y opera el miedo, abre el miedo y analiza su contenido con un microscopio. Identifica y aísla las toxinas del miedo que están contaminando las células”. – Duncan Muguku
La preparación incluye alimentarse con ánimos positivos, inspiración, leer sobre otras personas que han logrado sus objetivos y dejar que sus historias sean una fuente de motivación, imaginarse a sí mismo como si hubiera logrado el objetivo y dejar que esta imagen mental le estimule a seguir adelante.
Qué es el miedo
Todos sabemos cómo se siente el miedo. Es una bola en la boca del estómago, un latido que provoca náuseas en las tripas. Pero, ¿cómo saber si debes hacer caso a ese miedo porque es una señal de que estás tomando una decisión equivocada, o si debes decirle que se largue?
El miedo bueno, el que hay que escuchar cuando grita “¡Corre!”, suele ser muy parecido al miedo malo, que hay que ignorar cada vez que se sale de la zona de confort. Tan parecidos que es casi imposible distinguirlos.
En las semanas previas a la decisión de dejar mi trabajo, tenía una sensación horrible en el estómago. Tenía miedo de tomar la decisión correcta, miedo de decírselo a mi jefe, miedo de dejar atrás un sueldo fiable. Probablemente no ayudó el hecho de que estuviera triste por lo que pasaba en casa, pero no recuerdo la última vez que sentí tanta ansiedad.
Gran parte de esa ansiedad provenía de la planificación de dejar un buen trabajo. Porque estaba loco si dejaba un buen trabajo en esta economía, ¿verdad? Después de cubrir el informe de empleo todos los meses, soy consciente de que el mercado laboral está mal.