Escuchar a las personas

La escucha pasiva

Cuando alguien te dice: “¡Escucha!”, lo más normal es que pienses: “Necesito escuchar esto”. Escucha las instrucciones de tu profesor; escucha las normas de tus padres; escucha la información que comparte tu amigo. Pero escuchar es mucho más que oír. Es lo que ocurre cuando no sólo abrimos nuestros oídos, sino también nuestras mentes -y a veces nuestros corazones- a otra persona.

Escuchar bien no es algo que debamos limitar a las figuras de autoridad. Es algo que se puede hacer con todos los que se encuentran: los amigos, la familia, las personas importantes, las nuevas personas en la vida, e incluso con uno mismo. Escuchar de forma eficaz te ofrece muchos beneficios y hace que el interlocutor también se sienta valorado.

Ser un buen oyente es importante por varias razones. Por un lado, es obvio que es práctico: no puedes rendir bien en los estudios si no prestas atención a las instrucciones, te meterás en problemas en casa si ahogas a tus padres cuando te imponen las normas y no conservarás tu trabajo si ignoras las órdenes de tu jefe. Escuchar bien te conecta con el mundo que te rodea y te ayuda a entender tus responsabilidades.

Habilidades de escucha activa en el coaching

Oír y escuchar no es lo mismo. Uno oye la música, el sonido de la lluvia o el de la comida que se prepara en la cocina. Escuchar, en cambio, requiere atención, comprensión del mensaje que se transmite y recuerdo de lo que se ha dicho.

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Ser un buen oyente tiene numerosas ventajas. Las personas con una capacidad de escucha refinada pueden ayudar a los demás a sentirse seguros al expresar sus opiniones. También pueden ser más capaces de reducir la tensión durante las discusiones y transmitir respeto al interlocutor. Otros beneficios potenciales son ser más simpático, establecer relaciones más sólidas y tener una comprensión más clara de lo que se está discutiendo.

Escuchar no es una actividad pasiva, sino un proceso que se lleva a cabo activamente. Para escuchar mejor, hay que centrarse en el orador y en su mensaje, y hacerle saber que se ha entendido lo que se ha dicho. A continuación se presentan algunas de las técnicas que puedes utilizar para ser un mejor oyente.

Los oyentes inefectivos no están comprometidos, no hacen contacto visual y a menudo se pierden lo que se está presentando. Las estrategias de escucha ineficaz que debes evitar son la escucha selectiva, la falta de atención y la escucha defensiva.

Escuchar para comprender

Saber escuchar es fundamental para mantener unas relaciones sanas. Ya sea para fortalecer una relación, resolver un conflicto u ofrecer apoyo a un amigo que se enfrenta a una crisis, saber escuchar puede ser un salvavidas hacia la paz. Aprenda a ser un oyente verdaderamente comprensivo, y es posible que se encuentre rodeado de otras personas capaces de hacer lo mismo.

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Cómo ser un buen oyente

Un consejo de conversación que he escuchado en innumerables ocasiones es interesarse por los demás, ser un buen oyente, preguntar a la gente sobre las cosas de las que quieren hablar y dejar que sean ellos los que hablen. La idea es que todo el mundo aprecia más a alguien que se interesa por él que a una persona que intenta ser interesante. Es algo que está sacado de Cómo ganar amigos e influir en la gente. Aunque creo que este es un enfoque útil para entablar una conversación, y una parte de ser simpático en general, no es una solución mágica y única.

A veces tenemos nuestras propias cosas que queremos compartir. Dentro de lo razonable, eso está totalmente bien. A veces no nos apetece escuchar. A veces no nos interesa realmente el tema del que la otra persona quiere hablar. Sí, puede que ganemos algunos puntos dejándoles hablar de ello, pero ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar si al final pensamos que es aburrido y no estamos sacando mucho provecho de la interacción?

Cuando esperas involucrar a alguien hablando de sus aficiones, no siempre es tan sencillo como hacer unas cuantas preguntas y luego sentarte mientras te hablan. A veces es necesario que tú mismo conozcas de pasada el tema para poder hacer buenas preguntas y crear una conversación atractiva para la otra persona. Por ejemplo, digamos que conoces a alguien a quien le gusta mucho el aspecto técnico de los coches y las carreras. Es posible que no tengas ni la más remota idea de qué decir para mantener una conversación sobre ese tema. Siempre puedes tratar de sonsacarles los fundamentos de la afición y por qué les gusta, pero es posible que no quieran hablar de ello a un nivel en el que tengan que explicar los fundamentos a un principiante. Preferirían entrar en detalles con alguien que sepa tanto como ellos.