Escuchar activamente
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La escucha activa implica escuchar con todos los sentidos. Además de prestar toda la atención al orador, es importante que el “oyente activo” también “vea” que está escuchando; de lo contrario, el orador puede llegar a la conclusión de que lo que está hablando no le interesa.
El interés puede transmitirse al orador mediante mensajes verbales y no verbales, como mantener el contacto visual, asentir con la cabeza y sonreír, y dar la razón diciendo “Sí” o simplemente “Mmm hmm” para animarle a continuar. Al proporcionar esta “retroalimentación”, la persona que habla suele sentirse más cómoda y, por lo tanto, se comunica con más facilidad, de forma abierta y honesta.
Los oyentes deben ser neutrales y no juzgar, lo que significa intentar no tomar partido ni formarse opiniones, especialmente al principio de la conversación. La escucha activa es también una cuestión de paciencia: hay que aceptar las pausas y los breves periodos de silencio.
Los oyentes no deben caer en la tentación de hacer preguntas o comentarios cada vez que haya unos segundos de silencio. La escucha activa implica dar a la otra persona tiempo para explorar sus pensamientos y sentimientos, por lo que hay que darle el tiempo adecuado para ello.
El poder de la escucha
La escucha activa es una pauta de escucha que te mantiene comprometido con tu interlocutor de forma positiva. Es el proceso de escuchar atentamente mientras otra persona habla, parafraseando y reflejando lo que se dice, y reteniendo juicios y consejos.
Cuando se practica la escucha activa, se consigue que la otra persona se sienta escuchada y valorada. Es una base sólida para el éxito de cualquier conversación en cualquier entorno, ya sea en el trabajo, en casa o en situaciones sociales.
Concéntrese plenamente en lo que se dice. Escuche con todos sus sentidos y preste toda su atención al interlocutor. Aparta el teléfono, ignora las distracciones, evita soñar despierto y apaga tu diálogo interno.
Para demostrar a la persona que estás realmente entregado, mírala y presta atención a los comportamientos no verbales. Utiliza un lenguaje corporal abierto y no amenazante. Evita cruzar los brazos. Sonríe, inclínate y asiente en los momentos clave. Controle conscientemente sus expresiones faciales, evitando las que transmitan impresiones negativas.
Parafrasee lo que la persona ha dicho, en lugar de ofrecer consejos u opiniones no solicitadas. Por ejemplo, puedes decir: “En otras palabras, lo que estás diciendo es que estás frustrado” o “He oído que estás frustrado por esta situación”. Resume lo que has oído. Reflejar lo que la persona ha dicho le ayuda a sentirse validado y comprendido.
Escucha pasiva
Seamos sinceros: La mayoría de la gente no sabe escuchar. De hecho, la mayoría de las personas -incluido tu mejor amigo, que te quiere de verdad hasta la luna y la espalda- escuchan fatal. Pero no es culpa suya. Nadie (bueno, muy poca gente) está intentando ignorar tus pensamientos y problemas importantes. Quieren ayudar, pero escuchar es difícil.
Entonces, ¿cuál es el problema? Bueno, en primer lugar, nadie nos enseña a escuchar a los demás. Y, en segundo lugar, cuando se nos enseña a escuchar, a menudo se presenta como una habilidad pasiva, algo que se hace mientras se deja que los ojos se desorbiten y la mente se aleje hasta que se tenga la oportunidad de volver a hablar. Y si eso le suena a usted, aunque sea un poco, no está solo. Ahora mismo, personas de todo el mundo se sienten no escuchadas mientras sus amigos, padres, parejas y todo tipo de conocidos están sentados preguntándose “¿qué demonios?”.
Sin embargo, no te castigues por los errores del pasado. Todo lo que necesitas saber es esto: Como cualquier otra habilidad, escuchar bien requiere tiempo y práctica. Y para ayudarte a comunicarte mejor, hemos contado con la ayuda de Vanessa Marin, una psicoterapeuta licenciada que ha visto de todo (consulta sus conversaciones anteriores con nosotros aquí y aquí) para que nos dé un manual sobre cómo dejar de oír y empezar a aprender de verdad a escuchar a las personas de tu vida.
Habilidades de escucha activa en el coaching
Ahora piense en lo que se siente al ser comprendido: puede relajarse, quiere abrirse, se siente más confiado. Cuando escuchas de forma que la otra persona se siente escuchada, es más probable que comparta información contigo. Y cuando escuchas activamente, también es más probable que lo asimiles.
En mi formación como psicólogo, pasé mucho tiempo aprendiendo a escuchar activamente. Puedo decirte, por mi experiencia, que no es posible mantener un diálogo productivo sin escuchar activamente.
Utiliza gestos sencillos para comunicar a la otra persona que la estás escuchando y animándola a continuar. Asentir con la cabeza es una forma de hacerlo, pero no lo hagas continuamente. De vez en cuando, di “Mm-hmm” para comunicar ánimo.
La última clave de la atención no verbal es permanecer en silencio. Pero recuerda: no puedes escuchar muy bien si estás hablando. De hecho, si reordenas las letras de la palabra “escuchar”, se escribe “silencio”. No puedo creer que haya tardado 20 años de enseñanza en descubrir esto, pero es un recordatorio útil.