Fobia a las inyecciones

Fobias

A veces hacían falta tres enfermeras para sujetarme. Esto puede parecer extremo, pero era totalmente necesario, ya que tenía tendencia a llorar, a retorcerme de la silla y a correr por el pasillo del departamento de flebotomía pediátrica para escapar.

Era el verano entre el segundo y el tercer grado, y debido a complicaciones con el virus de la varicela, terminé con púrpura trombocitopénica idiopática, lo que significaba que tenía que sacarme sangre semanalmente. La púrpura trombocitopénica idiopática es un trastorno sanguíneo que se caracteriza por un bajo recuento de plaquetas y por la aparición de moretones con mucha facilidad, y puede parecerse mucho a la leucemia. Para asegurarme de que mis recuentos no entraban en territorio peligroso, tenía una cita semanal permanente para un análisis de sangre durante todo un verano.

No sé quién temía más estas citas: si yo o las enfermeras encargadas de recoger mis muestras de sangre. En cuanto me sentaba en esa silla de plástico duro con un reposabrazos alargado, pasaba de ser una niña de 7 años, atrevida pero de modales suaves, a una criatura de una película de terror. Siempre me habían dado miedo las agujas, pero esta vez no se trataba de una simple vacuna que me iban a poner en la enfermería del colegio. Sabía que los resultados de este análisis de sangre podían significar que estaba lo suficientemente enferma como para tener que pasar la noche en el hospital.

Fobia a la sangre

Muchas personas temen las inyecciones hasta cierto punto, pero una vez que ese miedo se vuelve persistente, excesivo e irracional, entonces el miedo se convierte en una fobia. La fobia a las inyecciones/agujas es el miedo y la evitación de recibir varios tipos de inyecciones, y/o de que le extraigan una muestra de sangre mediante una venopunción.

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Se trata de una fobia específica y es muy común, pero poco reconocida. Se cree que afecta a entre el 3,5% y el 10% de la población. La evitación, la ansiedad o la angustia causadas por la fobia a las inyecciones/agujas pueden interferir significativamente con la rutina normal de la persona, su funcionamiento profesional o académico y sus actividades o relaciones sociales.

Las peores fobias

Para muchas personas, la experiencia de recibir una aguja puede ser desagradable. Sin embargo, para algunas personas, la experiencia es mucho más difícil y se presenta como una verdadera fobia caracterizada por una ansiedad y un miedo graves y persistentes. En consecuencia, este grupo de pacientes suele evitar las experiencias relacionadas con las agujas. Esta evitación de las agujas se extiende al ámbito de la inmunización, lo que hace que la persona sea susceptible de contraer enfermedades que se pueden prevenir con vacunas. Esto puede dar lugar a otros procedimientos que impliquen agujas en caso de que se encuentren mal.

En general, se recomienda que los niños y adultos con ansiedad, discapacidades intelectuales y fobia a las agujas eviten acudir a los centros de vacunación a gran escala para la inmunización. Estos lugares son ruidosos y concurridos y pueden aumentar la angustia. Es preferible acudir a lugares más pequeños, como una clínica o una farmacia. Es importante hablar con el proveedor de vacunas antes de la cita para elaborar un plan individualizado sobre cómo abordar la experiencia de la vacunación.

Miedo a las agujas qué hacer

La tripanofobia es el miedo extremo a los procedimientos médicos que implican inyecciones o agujas hipodérmicas. Suele ser más común en los niños y puede disminuir a medida que las personas crecen y adquieren más experiencia en procedimientos médicos e inyecciones con agujas. Sin embargo, para algunas personas este miedo puede seguir siendo extremo y angustioso durante la edad adulta.

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A pesar de que se calcula que un 10% de los estadounidenses padecen esta fobia, no se reconoció como una fobia específica en el Manual de Diagnóstico y Estadística (DSM) hasta 1994. Aunque es específica de las agujas médicas, el público en general suele referirse a este trastorno como “fobia a las agujas”.

Si tiene tripofobia, puede tener miedo de recibir atención médica, especialmente inyecciones. Cuando tenga que someterse a un procedimiento médico, es probable que experimente una presión arterial alta y una frecuencia cardíaca elevada en las horas y días previos al procedimiento. En el momento de la intervención, su presión arterial puede bajar rápidamente e incluso puede desmayarse.