Test de tripofobia
Según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, quinta edición (DSM-5), para diagnosticar un trastorno de la personalidad por evitación (AVPD), los pacientes deben tener un patrón persistente de evitar el contacto social, sentirse inadecuados y tener miedo al rechazo. Estos síntomas deben haber comenzado en cuál de las siguientes etapas de la edad adulta?
Según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, quinta edición (DSM-5), para diagnosticar el trastorno de la personalidad por evitación (TPA), los pacientes deben presentar un patrón persistente de evitación del contacto social, sentimiento de inadecuación y miedo al rechazo. Estos síntomas deben haber comenzado en cuál de las siguientes etapas de la edad adulta?
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Qué es la fobia
La fobia a la sangre (también conocida como hemofobia o hematofobia en inglés americano y hemofobia o hematofobia en inglés británico) es un miedo irracional extremo a la sangre, un tipo de fobia específica. Los casos graves de este miedo pueden provocar reacciones físicas poco comunes en la mayoría de los demás miedos, concretamente el síncope vasovagal (desmayo)[1] También pueden producirse reacciones similares en la tripofobia y la traumatofobia. Por este motivo, el DSM-IV clasifica estas fobias como fobia a la sangre-inyección-lesión[2]. Algunos de los primeros textos se refieren a esta categoría como “fobia a la sangre-lesión-enfermedad”[3].
La fobia a la sangre suele estar causada por un traumatismo directo o indirecto en la infancia[3]. Aunque algunos han sugerido un posible vínculo genético, un estudio de gemelos sugiere que el aprendizaje social y los acontecimientos traumáticos, más que la genética, tienen mayor importancia[cita requerida]. La fobia a las inyecciones de sangre (BII) afecta a cerca del 4% de la población en Estados Unidos[4].
La inclusión de la BII dentro de la categoría de fobias específicas o simples en los sistemas clasificatorios refleja la percepción de que el miedo tiene un papel primordial en el trastorno. En consonancia con esta suposición, la fobia a la sangre parece compartir una etiología común con otras fobias. Kendler, Neale, Kessler, Heath y Eaves (1992) han argumentado, a partir de datos que comparan gemelos monocigóticos con dicigóticos, que el factor genético común a todas las fobias (agorafobia, fobia social y fobias específicas), predispone fuertemente a una persona a las fobias específicas.
Bii fobia
¿Te encuentras con que te saltas la vacuna de la gripe porque la aguja te produce ansiedad? Si es así, es posible que tenga tripofobia o miedo a las agujas. Con la temporada de gripe a la vuelta de la esquina, ahora es el momento perfecto para comprender mejor e intentar superar su ansiedad a las vacunas.
La primera estimación fue que el 10% de la población padecía miedo a las agujas, y este informe incluía a las personas que experimentan una respuesta “vasovagal” (relacionada con los vasos sanguíneos o el ritmo cardíaco), como los desmayos.
Las encuestas de Gallup sugieren que hasta el 21% de la población general tiene miedo a las agujas y a recibir inyecciones. Sin embargo, sólo el 3,5% de la población cumple los criterios de la fobia a las agujas, que es un trastorno de ansiedad diagnosticable.
Si los adultos que están con el niño responden de una manera determinada, su respuesta puede servir para reforzar que las agujas son algo que hay que temer. Esto significa que el miedo a las agujas puede transmitirse de generación en generación. Una vez desarrollado, este miedo puede continuar durante el resto de la vida.
Miedo al miedo
Otro nombre para la fobia a las lesiones es traumatofobia, del griego τραῦμα (trauma), “herida, dolor”[2] y φόβος (phobos), “miedo”.[3] Se asocia con la fobia a la sangre y a las inyecciones. Quienes la padecen muestran una ansiedad irracional o excesiva y un deseo de evitar objetos y situaciones específicas temidas, hasta el punto de evitar procedimientos médicos que podrían salvar la vida[4]. Según un estudio, es más común en las mujeres[5].
Lo que diferencia a la fobia a las lesiones es que, cuando una persona se expone a la sangre, a una lesión o a una inyección, empieza a experimentar sensaciones extremas de terror, como falta de aliento; sudoración excesiva; sequedad de boca; sensación de malestar; temblores; palpitaciones del corazón; incapacidad para hablar o pensar con claridad; miedo a morir, a volverse loco o a perder el control; una sensación de alejamiento de la realidad; o un ataque de ansiedad en toda regla[6].
Los tratamientos disponibles son en su mayoría terapias conductuales y cognitivas, siendo la más común la conductual. Un método de terapia conductual para la traumatofobia consiste en exponer al cliente a los estímulos, que en este caso son la exposición a la sangre, las lesiones y las inyecciones, y repetir el proceso hasta que las reacciones del cliente disminuyan y/o se curen. La hipnoterapia también es una opción.