Comportamiento pasivo-agresivo
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Las investigaciones nos demuestran que los niños con problemas graves de agresividad tienen más probabilidades que los niños sin esos problemas de convertirse en adolescentes con problemas de agresividad, otros problemas de salud mental o consumo de sustancias, y cuando son adultos tienen más probabilidades de cometer actos de violencia.
No existe una razón sencilla para explicar por qué alguien se comporta de forma agresiva. Sin embargo, sabemos que hay características de los niños, los jóvenes, sus familias y sus entornos que pueden aumentar (factores de riesgo) o disminuir (factores de protección) la probabilidad de que muestren un comportamiento agresivo. A continuación se enumeran algunas de ellas.
Si interactúas con niños y jóvenes -por ejemplo, como padre, maestro o trabajador de primera línea- es probable que te enfrentes a un comportamiento agresivo. Algunas de las estrategias que se describen a continuación pueden ayudarte a calmar una situación o a tranquilizar a un joven. Otras estrategias son útiles después del incidente, cuando es importante averiguar qué provocó el comportamiento para poder abordar la causa.
Tal vez sospeches que tu hijo o un joven con el que trabajas o eres voluntario puede tener un problema de agresividad que requiere ayuda especial. Los médicos de cabecera suelen ser los primeros profesionales sanitarios a los que se recurre en esta situación.
Qué causa el comportamiento violento
La agresión se define en términos generales como un comportamiento o una disposición de fuerza, hostilidad o ataque. Este comportamiento puede ocurrir como una forma de represalia o incluso puede ocurrir sin provocación. La agresión puede adoptar diferentes formas, como la comunicación verbal a través de gritos a otro individuo, o físicamente mediante algún tipo de violencia física. La agresión puede consistir en conductas directas como golpear, patear, morder y empujar, por nombrar algunas. Además, la agresión puede adoptar una forma indirecta como burlarse, intimidar, difundir rumores, insultar o ignorar a alguien.
Para algunas poblaciones, la agresión es una forma común de actuar. Las tasas de agresividad desadaptativa en jóvenes diagnosticados con Trastorno de Conducta se han estimado en aproximadamente un 20%, siendo los chicos los que presentan tasas significativamente más altas que las chicas. En los adultos mayores que padecen demencia se han estimado tasas de agresividad de hasta el 96%.
En los individuos con retraso en el desarrollo, la agresión es una ocurrencia frecuente, con tasas de agresión autodirigida estimadas entre el 4% y el 5%, agresión destructiva contra la propiedad estimada en el 7%, hacia el propio individuo (4-5%) y hacia la propiedad (7%). Más de la mitad de las conductas calificadas como problemáticas incluían componentes de agresión contra uno mismo o contra otros, mientras que un tercio incluía la destrucción de la propiedad.
Ejemplos de comportamiento agresivo
Hay muchas razones por las que tu hijo o joven puede ser agresivo. Puede que se sienta ansioso e inseguro. Puede tener dificultades para relacionarse con sus compañeros. Puede tener dificultades para expresar lo que siente o sus deseos. O puede que simplemente intenten salirse con la suya.
Los niños y jóvenes con enfermedades como el autismo, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y las dificultades de procesamiento sensorial también pueden mostrar un comportamiento agresivo cuando se sienten fuera de control, sobreestimulados o ansiosos, o cuando les resulta difícil el entorno sensorial.
Es fácil que las familias caigan en una forma negativa de reaccionar cuando un niño es regularmente agresivo o discutidor. Esto puede reforzar su comportamiento en lugar de reducirlo, haciendo que todos se sientan agotados y negativos sobre sí mismos. Cambiar la forma de reaccionar y centrarse en lo positivo ayudará a construir la relación y a que el niño o joven mantenga su autoestima.
Agresión wikipedia
Lamentablemente, muchos de nosotros tenemos que enfrentarnos a personas agresivas, ya sea en el marco de nuestro trabajo o en el curso de nuestra vida cotidiana. Los padres con niños pequeños suelen enfrentarse a diario a la frustración y la agresividad, pero eso puede ser más fácil de gestionar que la agresividad de otro adulto. Al fin y al cabo, no es aceptable dar a un adulto un “tiempo muerto”, incluso si crees que probablemente os ayudaría a ambos.
Al tratar la agresión, es importante responder adecuadamente. Responder con rabia es casi seguro que agravará la situación y dificultará su resolución, como seguramente confirmarán los padres de los niños pequeños. En esta página se ofrecen algunas sugerencias para gestionar la agresividad en los demás, especialmente mediante el uso de la comunicación verbal y no verbal.
Por ejemplo, debes saber qué tipo de comportamiento o persona te hace sentir enfadado y potencialmente agresivo. ¿Qué tipo de comportamiento te molesta? También hay que saber cómo reaccionas, y luego aprender a controlar tus sentimientos y asegurarte de que tu respuesta es adecuada a las circunstancias.