Lo que el miedo hace a su cerebro
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El miedo es una emoción intensamente desagradable en respuesta a la percepción o reconocimiento de un peligro o amenaza. El miedo provoca cambios fisiológicos que pueden producir reacciones de comportamiento como montar una respuesta agresiva o huir de la amenaza. El miedo en los seres humanos puede producirse como respuesta a un determinado estímulo que se produce en el presente, o como anticipación o expectativa de una amenaza futura percibida como un riesgo para uno mismo. La respuesta de miedo surge de la percepción de peligro que lleva a la confrontación o a la huida de la amenaza (también conocida como respuesta de lucha o huida), que en casos extremos de miedo (horror y terror) puede ser una respuesta de congelación o parálisis.
En los seres humanos y otros animales, el miedo está modulado por el proceso de cognición y aprendizaje. Así, el miedo se juzga como racional o apropiado e irracional o inapropiado. Un miedo irracional se denomina fobia.
El miedo está estrechamente relacionado con la emoción ansiedad, que se produce como resultado de amenazas que se perciben como incontrolables o inevitables.[1] La respuesta de miedo sirve para la supervivencia al engendrar respuestas conductuales apropiadas, por lo que se ha conservado a lo largo de la evolución.[2] Las investigaciones sociológicas y organizativas también sugieren que los miedos de los individuos no dependen únicamente de su naturaleza, sino que también están moldeados por sus relaciones sociales y su cultura, que guían su comprensión de cuándo y cuánto miedo sentir.[3][página necesaria].
La biología del miedo
“El miedo es nuestra respuesta de supervivencia”, dice el psicólogo clínico de Northwestern Medicine Zachary Sikora, PsyD. Algunas personas -aficionados a las montañas rusas y a las películas de terror- prosperan con él, mientras que otras lo evitan. ¿Te has preguntado alguna vez por qué?
El miedo se experimenta en la mente, pero desencadena una fuerte reacción física en el cuerpo. En cuanto reconoces el miedo, tu amígdala (pequeño órgano situado en el centro del cerebro) se pone a trabajar. Alerta a su sistema nervioso, que pone en marcha la respuesta de miedo de su cuerpo. Se liberan hormonas del estrés como el cortisol y la adrenalina. La presión arterial y el ritmo cardíaco aumentan. Empiezas a respirar más rápido. Incluso el flujo sanguíneo cambia: la sangre sale del corazón y va hacia las extremidades, lo que facilita que empieces a dar puñetazos o a correr para salvar tu vida. Tu cuerpo se está preparando para la lucha o la huida.
Mientras algunas partes de tu cerebro se aceleran, otras se apagan. Cuando la amígdala percibe el miedo, la corteza cerebral (área del cerebro que controla el razonamiento y el juicio) se ve afectada, por lo que ahora es difícil tomar buenas decisiones o pensar con claridad. Como resultado, es posible que grites y levantes las manos cuando se te acerque un actor en una casa encantada, incapaz de racionalizar que la amenaza no es real.
Cómo vencer el miedo
El miedo es una emoción humana que se desencadena al percibir una amenaza. Es un mecanismo básico de supervivencia que indica a nuestro cuerpo que responda al peligro con una respuesta de lucha o huida. Como tal, es una parte esencial para mantenernos a salvo.
Sin embargo, cuando las personas viven con miedo constante, ya sea por los peligros físicos de su entorno o por las amenazas que perciben, pueden experimentar impactos negativos en todos los ámbitos de su vida e incluso quedar incapacitadas.
Nos damos cuenta y almacenamos todos los detallesEl cerebro almacena todos los detalles que rodean al peligro: las imágenes, los sonidos, los olores, la hora del día, el tiempo, etc. Estos recuerdos suelen ser muy duraderos, aunque también pueden estar fragmentados.
Los detalles del suceso pueden desencadenar el miedo más adelanteLas imágenes, los sonidos y otros detalles contextuales de un suceso temible pueden hacernos recordar, o pueden hacernos sentir miedo sin saber conscientemente por qué. Dado que estas señales se asocian a un peligro anterior, el cerebro puede verlas como un indicador de amenaza.
En casos graves, esto puede dar lugar al trastorno de estrés postraumático (TEPT). Por ejemplo, un soldado que ha sufrido un bombardeo en un día de niebla puede entrar en pánico cuando el tiempo se vuelve brumoso, sin saber por qué.
La hormona del miedo
La ansiedad ocasional es una parte esperada de la vida. Es posible que se sienta ansioso cuando se enfrenta a un problema en el trabajo, antes de hacer un examen o antes de tomar una decisión importante. Pero los trastornos de ansiedad implican algo más que una preocupación o un miedo temporales. Para una persona con un trastorno de ansiedad, la ansiedad no desaparece y puede empeorar con el tiempo. Los síntomas pueden interferir en las actividades diarias, como el rendimiento laboral, las tareas escolares y las relaciones.
Las personas con trastorno de ansiedad generalizada (TAG) muestran una ansiedad o preocupación excesiva, la mayoría de los días durante al menos 6 meses, por una serie de cosas como la salud personal, el trabajo, las interacciones sociales y las circunstancias de la vida cotidiana. El miedo y la ansiedad pueden causar problemas significativos en áreas de su vida, como las interacciones sociales, la escuela y el trabajo.
Las personas con trastorno de pánico sufren ataques de pánico recurrentes e inesperados. Los ataques de pánico son períodos repentinos de miedo intenso que aparecen rápidamente y alcanzan su punto álgido en cuestión de minutos. Los ataques pueden ocurrir de forma inesperada o pueden ser provocados por un desencadenante, como un objeto o una situación temida.