Ejemplo de personalidad alegre
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La felicidad es buena. Nos proporciona una sensación de optimismo, una actitud de “asumir el mundo” y una positividad que puede ser contagiosa. Según un estudio reciente, todo el mundo intenta encontrar la felicidad de tres maneras: Haciendo el bien a los demás; haciendo cosas que se te dan bien; y haciendo cosas que te dan bien a ti. Además, los más optimistas son los más felices en general.
Tu propio bienestar no debería ser un misterio. Conoce lo que te funciona y lo que no, y elimina las barreras que impiden tu felicidad. Conténtate con tus decisiones vitales. Tu salud y bienestar dependen de ello.
Pensamiento positivo
En los últimos años, hemos asistido a una explosión de investigaciones científicas que revelan precisamente cómo los sentimientos positivos, como la felicidad, son buenos para nosotros. Sabemos que nos motivan a perseguir objetivos importantes y a superar obstáculos, nos protegen de algunos efectos del estrés, nos conectan estrechamente con otras personas e incluso evitan enfermedades físicas y mentales.
Esto ha hecho que la felicidad esté muy de moda. La ciencia de la felicidad ha aparecido en las portadas de Time, Oprah e incluso The Economist, y ha generado una pequeña industria de conferenciantes motivacionales, psicoterapeutas y empresas de investigación. Este sitio web, Greater Good, contiene unos 400 artículos sobre la felicidad, y su blog de paternidad trata específicamente de la crianza de niños felices.
Está claro que la felicidad es popular. Pero, ¿es la felicidad siempre buena? ¿Puede ser malo sentirse demasiado bien? Los investigadores están empezando a explorar seriamente estas cuestiones, con una buena razón: al reconocer las posibles trampas de la felicidad, nos permitimos entenderla más profundamente y aprendemos a promover mejor una vida más sana y equilibrada.
Significado de la personalidad alegre
¿Sueles ver el vaso medio vacío o medio lleno? Seguramente habrá escuchado esta pregunta muchas veces. Su respuesta está directamente relacionada con el concepto de pensamiento positivo y con el hecho de que tenga una visión positiva o negativa de la vida. El pensamiento positivo desempeña un papel importante en la psicología positiva, un subcampo dedicado al estudio de lo que hace a las personas felices y realizadas.
¿Qué es exactamente el pensamiento positivo? Se podría pensar que implica ver el mundo con lentes de color rosa, ignorando o pasando por alto los aspectos negativos de la vida. Sin embargo, el pensamiento positivo significa en realidad abordar los retos de la vida con una perspectiva positiva.
El pensamiento positivo no significa necesariamente evitar o ignorar las cosas malas; por el contrario, implica sacar el máximo provecho de las situaciones potencialmente malas, tratar de ver lo mejor de los demás y verse a sí mismo y a sus capacidades bajo una luz positiva.
Algunos investigadores, como el psicólogo positivo Martin Seligman, enmarcan el pensamiento positivo en términos de estilo explicativo. El estilo explicativo es la forma de explicar por qué suceden los acontecimientos. Las personas con un estilo explicativo optimista tienden a atribuirse el mérito cuando ocurren cosas buenas, pero suelen culpar a fuerzas externas de los malos resultados. También tienden a ver los acontecimientos negativos como algo temporal y atípico.
Psicología del pensamiento positivo
La alegría denota la disposición real (como estado de ánimo) o habitual (como rasgo o temperamento) de un individuo para divertirse y reírse, lo que incluye ver el lado bueno de la vida y tomarse la adversidad menos en serio. El rasgo de la alegría contribuye a la calidad de vida o al bienestar general al permitir a los individuos tener emociones positivas y mantenerlas frente a la adversidad, y los estados de alegría más duraderos pueden considerarse un elemento de bienestar.
El rasgo de la alegría recibió atención teórica y empírica por parte de los psicólogos de la personalidad a principios del siglo pasado. Meumann (1913) consideraba la alegría como uno de los doce temperamentos básicos, igual que los conocidos temperamentos sanguíneo, colérico o melancólico. Se utilizaron dos dimensiones para clasificar estos temperamentos: el placer frente al desagrado separaba a los alegres de (entre otros) los serios y los malhumorados, y la dimensión de superficialidad frente a la profundidad…