Sentirse fracasado
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Muchos ejecutivos creen que todos los fracasos son malos (aunque suelen aportar lecciones) y que aprender de ellos es bastante sencillo. La autora, profesora de la Harvard Business School, cree que ambas creencias son erróneas. En la vida de las organizaciones, dice, algunos fracasos son inevitables y algunos son incluso buenos. Y aprender del fracaso con éxito no es sencillo: Requiere estrategias específicas para cada contexto. Pero, en primer lugar, los líderes deben comprender cómo el juego de la culpa se interpone en el camino y trabajar para crear una cultura organizativa en la que los empleados se sientan seguros admitiendo o informando del fracaso.
Los fracasos se dividen en tres categorías: los evitables en operaciones predecibles, que suelen implicar desviaciones de las especificaciones; los inevitables en sistemas complejos, que pueden surgir de combinaciones únicas de necesidades, personas y problemas; y los inteligentes en la frontera, donde los “buenos” fracasos ocurren rápidamente y a pequeña escala, proporcionando la información más valiosa.
Un liderazgo fuerte puede crear una cultura de aprendizaje, en la que los fracasos, grandes y pequeños, se comunican sistemáticamente y se analizan en profundidad, y se buscan proactivamente las oportunidades de experimentar. Los directivos suelen preocuparse, y es comprensible, de que adoptar una postura comprensiva hacia el fracaso creará un entorno de trabajo en el que “todo vale”. En cambio, deberían reconocer que el fracaso es inevitable en las complejas organizaciones laborales de hoy en día.
Cómo afrontar la psicología del fracaso
A las personas con éxito les gusta ganar y alcanzar altos niveles de exigencia. Esto puede hacer que les aterrorice tanto el fracaso que les arruine la vida. Cuando un rasgo positivo, como los logros, se vuelve demasiado fuerte en la vida de alguien, va camino de convertirse en un gran obstáculo. A nadie le gusta fracasar.
Ya sea en el trabajo, en casa o en otro ámbito de la vida, el fracaso es doloroso, y también puede ser costoso en términos de tiempo, dinero o ambos. “Pero fracasar forma parte del juego que es la vida”, dice Karl Smith, autor y fundador de Business Networking South Africa.
Algo que no se puede evitar. Sorprendentemente, la mayoría de la gente no habla abiertamente de sus fracasos. Te hablarán de ese gran contrato que han firmado… pero no de ese acuerdo en el que han trabajado durante meses, sólo para que se les escape de las manos.
“Al lidiar con los obstáculos que se me presentaron al diseñar y llevar al mercado mi primera oferta de formación en redes empresariales, me dediqué a estudiar la vida de grandes personas. Se convirtió en mi fuente de inspiración para superar mis horas más oscuras. Descubrí con asombro que nada grande tiene éxito a la primera”, destacó Smith al reflexionar sobre su propio viaje. “Quedó claro que siempre fue después de repetidos fracasos, caídas, frustraciones, críticas y dudas sobre sí mismos que la mayoría de ellos surgieron para alcanzar la grandeza”.
He fracasado en todo en mi vida
Nueve de cada diez empresas emergentes fracasarán. Esta es una verdad dura y sombría, pero sobre la que harías bien en meditar. Los emprendedores pueden incluso querer escribir su post-mortem del fracaso antes de lanzar su negocio.
¿Por qué? Porque el empresario más optimista necesita una dosis de realidad de vez en cuando. Estadísticas frías como éstas no pretenden desanimar a los emprendedores, sino animarles a trabajar más inteligentemente y con más ahínco.
Fortune informó de la “razón principal” por la que las startups fracasan: “Hacen productos que nadie quiere”. Un cuidadoso estudio de las startups que fracasaron determinó que el 42% de ellas identificó la “falta de una necesidad del mercado para su producto” como la principal razón de su fracaso.
Una buena idea de producto y un equipo técnico fuerte no son garantía de un negocio sostenible. No hay que ignorar el proceso y los problemas de negocio de una empresa porque no es su trabajo. A la larga puede privarles de cualquier futuro en esa empresa.
Una mirada al interior de Dijiwan lo deja claro. Pasaron por alto aspectos clave del proceso empresarial y las “cosas aburridas”. El CEO piensa: “Mi trabajo es liderar”. El CMO piensa: “Mi trabajo es comercializar”. El desarrollador principal piensa: “Mi trabajo es codificar”.
Cómo volver a empezar después del fracaso
Se suele decir que más de la mitad de las nuevas empresas fracasan durante el primer año. Según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos (BLS), esto no es necesariamente cierto. Los datos de la BLS muestran que aproximadamente el 20% de las nuevas empresas fracasan durante los dos primeros años de apertura, el 45% durante los cinco primeros años y el 65% durante los diez primeros años. Sólo el 25% de las nuevas empresas llegan a los 15 años o más. Estas estadísticas no han cambiado mucho a lo largo del tiempo y han sido bastante constantes desde la década de 1990. Aunque las probabilidades son mejores que la creencia común, todavía hay muchas empresas que cierran cada año en Estados Unidos.
Según el BLS, los empresarios crearon 843.320 nuevos negocios en el año que terminó en marzo de 2021. A partir de los datos históricos, podemos esperar que aproximadamente 168.664 de estos negocios fracasen en los dos primeros años. Con la planificación, la financiación y la flexibilidad adecuadas, las empresas tienen más posibilidades de triunfar. Vamos a repasar algunos de los mayores errores que pueden cometer las startups y a descubrir cómo mejorar sus posibilidades de éxito.